Normalmente,
las estrategias que solemos usar cuando nos proponemos adelgazar, suelen ser
comer menos o “más limpio” y hacer más ejercicio. Pero esas estrategias no son
del todo correctas. Por un lado, porque para comer no hay que comer menos, por
el contrario a lo que se cree, si comemos menos nuestro metabolismo se
enlentece y quema menos para ahorrar energía. Por eso, no es bueno andar toda
la vida de dieta en dieta, pues el resultado final suele ser el contrario al
que se busca…
¿Qué
precio estoy dispuest@ a pagar por adelgazar?
Se
hacen muchísimas barbaridades para alcanzar ese “cuerpo ideal” que nos venden
continuamente. En estos últimos años, por ejemplo, se han puesto de moda diferentes dietas
basadas en un solo grupo de alimentos (Dukan, Atkins, La Dieta de la Alcachofa,
La dieta de la Piña, …). La bajada de peso que proporcionan suele ser
inmediata, pero a la larga pueden
producir diferentes problemas de salud, que no se ven por fuera. Por eso, no
les damos importancia y creemos que no son para tanto.
¿Cómo conseguir una bajada de
peso saludable y estable?
Para
bajar esos kilos que nos sobran (que a menudo son menos de los que pensamos) y
mantener unos hábitos saludables, por un lado necesitamos aprender a
alimentarnos de forma adecuada y por otro, debemos hacer ejercicio de forma
regular, sí. Pero también debemos
aprender a gestionar nuestras emociones de una forma más sana, en vez de a
través de la comida. De no ser así, seguramente con el tiempo, tenderemos a
recuperar esos kilos que hemos bajado.
Cada
vez son más las investigaciones que confirman la necesidad de trabajar el
aspecto emocional y psicológico junto al nutricional. Sin ir más lejos,
Infocop, una revista de referencia en el mundo de la Psicología, publicó hace
unos meses los resultados derivados de una investigación realizada por el Consumer
National Reseach Center (Centro Nacional de Investigación del Consumidor de Estados
Unidos), donde se concluía que el comer
emocional es uno de los principales obstáculos
en la pérdida de peso.
Además, detrás de muchos aumentos de
peso, hay problemas emocionales, como la depresión y la ansiedad. Otras veces, estos problemas aparecen como
consecuencia de ese exceso de peso. Y suele ser muy habitual también que haya
un Trastorno por Atracón detrás de ese peso de más. De hecho, afecta a la mitad de las personas obesas que tratan de adelgazar. Aquí, como en la
Bulimia Nerviosa, suele haber atracones, pero a diferencia de esta, no hay
conductas compensatorias. En
consecuencia, la persona tiende a engordar, aumentando así su malestar
emocional y reforzando el problema.
Además, socialmente se promueve
mucho esa relación entre alimentación y emociones. Cualquier celebración se
organiza en torno a una mesa. Solemos organizar “comidas” y “cenas” y quedar
“para tomar algo” cuando queremos reunirnos con amigos, familiares… En ocasiones, también solemos usar la comida
como premio o como castigo con los niños, y con nosotros mismos. Y todo esto
facilita la aparición y mantenimiento del problema.
¿Qué
es el comer emocional?
Comer no por hambre, sino por
satisfacer otras necesidades de tipo
emocional o psicológico. A menudo, comemos porque nos sentimos tristes, solos,
nerviosos, vacíos, aburridos, enfadados, contentos… a pesar de saber que no nos
conviene y que de esa forma no solucionamos ningún problema. Tendemos a engañarnos a nosotros mismos y a hacernos
promesas que no cumplimos… El primer paso para hacer frente a esto, es
pararnos a pensar en el momento en el que sentimos esas ganas de comer y
preguntarnos por qué necesitamos comer realmente, siendo sinceros con nosotros
mismos al buscar las respuestas. Una vez de saber el porqué, será más fácil
saber el cómo hacer frente y encontrar una solución a esa situación.
¿Y
la genética no influye en el peso?
No es fácil concretarlo. Es más
adecuado decir que en una familia puede haber una cierta tendencia a engordar.
Pero los hábitos que pueda haber dentro de una familia, la cultura, la
sociedad, el entorno… pesan más que esa “tendencia”. Por eso, la capacidad que tenemos de prevenir
y de abordar este tipo de problemas es mayor.
A nivel
europeo, España es el país con mayor tasa de obesidad. A nivel mundial, es el
primero en obesidad infantil. Y a nivel estatal, el 45% de
l@s niñ@s tiene sobrepeso, y esto supone un factor de riesgo para desarrollar
un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) en la adolescencia. Los TCA
(incluida la obesidad), después del asma, suponen la 2ª enfermedad más común entre
los jóvenes.
Somos los
adultos los responsables de los hábitos de los niños. Teniendo en cuenta todo
eso, es necesario que tomemos una serie de medidas. Está en manos de todos
cambiar esas estadísticas.
Está claro que
los aspectos psicológicos tienen una gran importancia en el inicio y
mantenimiento del sobrepeso/obesidad. Por eso, es necesario conocer y trabajar
esos factores. De no hacerlo, la persona puede bajar de peso y mantenerlo
durante 2-3 años, pero la probabilidad de recuperarlo será mayor, ya que tendrá
algunos problemas que aún no haya resuelto y en consecuencia, las
probabilidades de que ante cualquier dificultad o ante determinadas
circunstancias vuelva a comer emocionalmente y
haya alguna recaída serán muy altas.
Por todo ello,
no se puede negar que para que un programa de adelgazamiento y de adquisición
de hábitos saludables sea realmente eficaz, este deberá incorporar una educación
alimentaria, una sana alimentación, deporte y una intervención psicológica que
incorpore estrategias para aprender a gestionar las emociones de una manera
saludable.
Judith
Etxezarreta, Nutricionista & Nerea Gomez, Psicóloga Sanitaria
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