ANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS Y SU INFLUENCIA


Érase una vez, unos cuentos de hadas madrinas, princesas hermosas, madrastras malvadas, lobos feroces... que se contaban a niños y niñas. 

Pero estas historias no eran simplemente cuentos, escondían otros mensajes... Ni tampoco eran para niños. Al menos no en su origen... 

Los cuentos originales hoy estarían vetados y no llevarían la etiqueta de "infantiles".

Vayamos analizando algunos de ellos y descubriendo qué más esconden de una manera divertida e irónica...

Caperucita roja:

La caperuza roja simbolizaba la llegada de la menstruación y pretendía advertir a las niñas que ya se convertían en mujeres, de los peligros de fiarse de hombres que aunque parecieran amables, podrían llegar a ser feroces, como un lobo. Es decir, pretendía advertir a las jóvenes e inocentes mujeres sobre los depredadores sexuales. Por otro lado, se advierte a la mujer del peligro de desobedecer las normas y de ser independiente.

Además, en las primeras versiones del cuento, el lobo (o el hombre lobo) le daba de comer a Caperucita la carne y sangre de su propia abuela y le obliga a desnudarse y a tumbarse junto a él en la cama. Este final se aleja bastante del cuento de hoy en día, donde el lobo mete a la abuela en el armario y un  leñador acaba salvando a las damas en peligro. 

La bella durmiente:

En este cuento también existen connotaciones sexuales, en concreto aparece la necrofilia. En su origen,  La Bella Durmiente no es despertada por un beso casto y puro por parte de su príncipe azul, sino que el despertar corresponde a una actividad física mucho más movida e interesante. 

Por otro lado, también aparece la figura de el heroico príncipe salvador y de la hermosa princesa que espera pasivamente a ser salvada con un beso de amor verdadero, de alguien a quien ni conoce. Pero nada más despertar descubre que es su media naranja y cómo no, se casan, siendo felices y comiendo perdices para siempre. Como nos pasa a todos, ¿o no?


Blancanieves:

Los siguientes detalles del cuento original no aparecen en la versión de Disney...

La reina le pide al cazador que mate a Blancanieves, y que le traiga el hígado y los pulmones para comérselos. 

Después de que el príncipe haya reanimado a Blancanieves, con un beso de amor verdadero, como no; la reina se cuela en la boda, pero le obligan a ponerse unas zapatillas de hierro que previamente habían sido calentadas en un fuego y estaban al rojo vivo. La reina tuvo que ponerse esos zapatos y bailar con ellos hasta caer muerta al suelo. 

En cuanto al estereotipo de mujer que se transmite, está el de chacha de los dulces enanitos y el de que a la mujer solo le interesan las joyas y riquezas:  “ella nos hará la comida, nos limpiará la casa y a  cambio, le regalaremos brillantes de nuestras minas”.  

¿Por qué no se les ocurrió que Blancanieves les llevara la contabilidad por ejemplo? 


La Cenicienta:

Unas palomas picotean los ojos de las hermanastras, castigándolas “con la ceguera para el resto de su vida por su maldad y perversidad”. Como en una pesadilla de Hitchcock.

Y una vez más, se ensalza la belleza, que va unida a la bondad y sumisión (Cenicienta), y se relaciona el poder de una mujer con la maldad y fealdad (la madrastra y las hermanastras)...

CONCLUSIONES:

Así son los cuentos de hadas en su origen: crueles, como cruel era la sociedad en la que se crearon, pensando más en la supervivencia que en el entretenimiento.

Y al mismo tiempo, machistas. Aún en las versiones posteriores que son las que hemos conocido, se transmiten unos marcados estereotipos y roles de género.

Para empezar, hay dos tipos de mujeres: las buenas (princesas, reinas y hadas) y las malas (brujas y madrastras), presentadas éstas últimas como ligadas al poder. 

¿Por qué será? ¿Quizá no interesaba que la mujer que tuviera poder tuviese buen marketing? 

Si en un cuento aparece el personaje de una mujer con poder, autoridad y libertad sobre su vida y sus actos, es una bruja malvada,  o una madrastra “viuda”, porque si existiera la figura masculina de un esposo sería éste y no ella, quién tuviese el poder. 

Por otra parte, si aparece una mujer bella, bondadosa y que además posee éstas características de poder y autoridad, probablemente se trate de un hada madrina o un ser especial no humano, dejando bien claro que toda mujer poderosa es malvada, fea, viuda, soltera o proveniente de otro mundo. 

Por otro lado, el papel de la mujer "buena" es pasivo y sumiso. Su aspiración máxima en la vida es encontrar a su príncipe azul, ser salvada por él, casarse y dedicarse a él y a las tareas domésticas. Pero para eso ella debe ser bella, dulce, pura, romántica, soñadora, sensible, débil, sumisa y dependiente de su amado.

El esfuerzo, trabajo personal, el reto, la superación, la auto-realización... no tienen cabida en estos cuentos. Y sin darnos cuenta, estos valores que nos transmiten pueden influirnos en la idea que nos hacemos de las relaciones de pareja y del amor, "que debe ser mágico e incondicional". 

En cuanto al papel que tiene el hombre en estos cuentos, podemos decir que él debe ser el héroe fuerte y valiente, el salvador. Siempre debe estar preparado y ser capaz de salvar a bellas jóvenes en apuros. Son independientes, inteligentes, seductores, fuertes... Este estereotipo deja fuera a los tímidos, introvertidos, débiles, románticos, sensibles... Bueno, y a todos los que no sean príncipes o no tengan dinero.

¿Cuándo ha ido un sirviente salvar de un malvado hechizo a una joven hermosa, con su beso de enamorado? NUNCA. Pero eso no es todo. Además, éste se enamora de su belleza (nunca de su inteligencia) y la “salva”.

Para colmo, en ese mismo instante le pide que se case con él y ella accede (primera y única relación de pareja de ella...). Y  no  sólo  eso,  sino que además viven felices y comen perdices para siempre. 

¿Y la convivencia? ¿Y los conflictos que pueden crearse en ella?. Está claro el matrimonio es garantía de felicidad eterna...

En definitiva, solo las mujeres, perdón, princesas bellas, sumisas, puras, buenas... y los hombres, digo príncipes, valientes, seductores, fuertes... conseguirán casarse, ser felices y comer perdices para siempre, que es el final feliz al que todos aspiramos en la vida, ¿verdad?

Mejor que no nos cuenten más cuentos...

Y colorín, colorado… 

 Adaptado por Nerea Gomez, psicóloga sanitaria.

Referencias:

BRUNO BETTELHEIM "Psicoanálisis de los cuentos de hadas"

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