No
amamos con el corazón, sino con el cerebro. El amor completo es el
que incluye la pasión (eros), la amistad (philia) y la ternura
(ágape). No llega de improviso y se apodera de nosotros, existe la
voluntad de amar o no amar. NADIE ES VÍCTIMA DEL AMOR SIN SU
PROPIO CONSENTIMIENTO.
Nuestra
cultura ha idealizado al amor incondicional, que parte de una idea
muy peligrosa: “hagas lo que hagas te amaré igual”.
Si
el amor lo justificara todo, estaría por encima de los derechos
humanos, de la justicia y de la ética. Entraríamos en un “todo
vale afectivo”.
El
amor pasional, la manía, el arrebato que nos transporta y apega es
sólo una parte de la experiencia afectiva.
El
mito del amor sin límites ha hecho que infinidad de personas
establezcan relaciones totalmente dañinas e irracionales.
¿Quién
dijo que hay que soportarlo todo o resignarnos a una vida insípida y
sin sentido, por amor? ¿De dónde sacamos que para el amor no hay
ley? No sólo traspasa los límites racionales del amor quien vulnera
los principios de la persona supuestamente amada, sino quien acepta
sumisamente el desamor, la descalificación, el engaño a cualquier
otra forma de ofensa.
Reconocer
que existen ciertos límites afectivos no implica necesariamente
dejar de amar, sino aceptar la posibilidad de cambiar la relación en
un sentido positivo o simplemente alejarse y no estar en el lugar
equivocado, aunque duela la decisión. No
importa cuánto te aman sino cómo lo hacen. Hay límites a partir de
los cuales el amor se transforma en enfermedad o adicción. El límite
lo define tu integridad, tu dignidad, tu felicidad.
En
una relación de pareja sana, constructiva, lo que en realidad
interesa es la convivencia/congruencia interpersonal, es decir, que
tanto la persona que amas le venga bien a tu vida como tú a la suya,
que concuerden vuestras metas, intereses y necesidades.
Es
cierto que a veces no tenemos el poder de desenamorarnos a voluntad,
pero sí podemos dejas de magnificar el amor y alejarnos de una
relación afectiva destructiva, aunque sea con esfuerzo y dolor. Es
decir, dejar el alcohol gustándote le alcohol; dejar la droga
gustándote la droga; y en una relación afectiva destructiva e
insana, decir “te amo pero te dejo”.
¿Cuándo
pierde el amor su sentido? Por lo menos en estar 3 situaciones:
1)Cuando
no te quieren
2)Cuando
tu realización personal se ve obstaculizada
3)Cuando se
vulneran tus principios
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Aunque
la evidencia de estas sensaciones es contundente, la mente duda y se
acobarda. Un combate entre la razón y la emoción tiene lugar: “pero
no todo es malo... hemos tenido momentos buenos...”
Si
la convivencia o la relación con las persona que amo termina
convirtiéndose en un esfuerzo cotidiano por explicar y justificar
todo lo que pienso, siento o quiero, aunque no haya patadas ni
gritos, la relación ya va cuesta a bajo.
Algunos
indicadores emocionales de haber pasado los límites del amor son:
-Depresión
-Desgano
-Constantemente
querer estar con otras personas
-Ansiedad
-Aburrimiento
-Sentirse
atrapado
-Desear
la viudez o la separación
-Sentirse
bien o libre cuando la pareja se va a dormir o se aleja
-Sufrir
con cada relación sexual
-Sentirse
humillada o humillado
-Sentir
miedo
-...
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Lo
subyacente a todo lo anterior tiene un nombre: insatisfacción.
Plantéate
2 preguntas:
-¿Estás
contenta/o con tu relación de pareja y la vida que llevas?
-Si
pudieras cambiar el pasado, ¿repetirías con la misma persona?
Si
respondiste 2 sí, todo bien. 1 o 2 no, todo mal.
No
siempre nos sentamos a pensar seriamente sobre nuestra relación
afectiva, porque “destapar la olla” asusta. El autoengaño tiene
sus argumentos: “¿para qué pensar en mi relación , si mi pareja
en realidad me quiere?” Porque tienes derecho a ser feliz.
“Mientras se espera a vivir, la vida pasa”.
Adaptado por Nerea Gomez, psicóloga sanitaria.
Basádo en el libro "Los límites del amor", de Walter Riso.
Adaptado por Nerea Gomez, psicóloga sanitaria.
Basádo en el libro "Los límites del amor", de Walter Riso.
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