Ya
llega la Navidad, esa época del año llena de celebraciones, que
implica reuniones familiares que para otros más bien son
compromisos, comprar abundantes regalos, comprar comida como si se
tratara del fin del mundo, y estar o aparentar estar alegres, porque
la Navidad debe estar llena de paz y tranquilidad, o al menos es éso
lo que nos dicen los anuncios y las inagotables películas navideñas
con las que nos bombardean.
Hay
personas a las que les encantan las Navidades y las viven con
ilusión, como lo hacen los niños. Pero para otras personas, la
Navidad es una de las épocas más tristes del año. Hay quien habla
de Depresión Navideña, Blues de Navidad o Depresión de Fin
de Año. Éste “trastorno”
no está catalogado como tal, no aparece en ningún manual de
diagnóstico. Lo usan para referirse a un
estado de ánimo que aparece en ésta época del año y que se parece
a la depresión, ya que la persona se encuentra triste, melancólica,
negativa con todo lo que le rodea... Pero hay que diferenciarla de la
depresión.
La
depresión es una enfermedad psicológica ,que
sí está catalogada como tal, y que implica inapetencia, desgana,
insomnio, pérdida de motivación, baja energía, ganas de llorar,
tristeza... Para que se considere un episodio de depresión, éstos
síntomas deben durar un
mínimo de dos semanas y
no estar condicionados por una enfermedad médica. Otra diferencia
está en que la tristeza
navideña se da por circunstancias y elementos propios de la época,
y la depresión puede haber aparecido por éste ambiente o puede
haber aparecido antes y haberse intensificado en éstas fechas.
Diversos
estudios han concluido que en ésta época,
en teoría marcada por la felicidad y la ilusión, los
casos de bajones anímicos, incluso de suicidios, aumentan hasta un
40 por ciento. Las
personas con más riesgo de padecer estos bajones anímicos son las
mujeres (sobre todo si
están solas), las personas de la tercera
edad y las
que hayan sufrido
impactos emocionales graves, como la
pérdida de un ser querido, experiencias traumáticas...
En mayor o menor grado, todos
podemos sentir cierta nostalgia en Navidad; pero si la tristeza dura
más tiempo y nos dificulta llevar a cabo las tareas del día a
día, lo más conveniente sería buscar ayuda especializada.
En cambio, si notamos que la tristeza nos llega según se van
acercando ésos días y se marcha al finalizar las fiestas, podemos
identificar qué es lo que nos hace sentir mal en Navidad y a
partir de ahí, pensar en qué hacer para estar mejor y
ponerlo en marcha.
En los siguientes posts analizaremos cuáles son las posibles causas de este bajo estado anímico navideño y qué podemos hacer para hacerle frente y sentirnos mejor.
Nerea Gomez, Psicóloga Sanitaria.
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