Me gustaría hablar de un aspecto que por norma general, no se suele mencionar cuando se habla sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Los TCA son enfermedades psicológicas graves. Las personas que las padecen, tienen un miedo intenso, fóbico y obsesivo a engordar, lo que les lleva a tener desajustes en la conducta alimentaria; como por ejemplo, restringir la cantidad de comida o darse atracones y provocarse el vómito después.
Pero ésto ya lo sabemos. Es lo que siempre se dice, lo primero con lo que asociamos al escuchar “Trastorno de Alimentación”. También se asocia con Anorexia y Bulimia nerviosas, pero hay más, como por ejemplo, el Trastorno por Atracón, que es el que más se da. En este, como en la Bulimia, hay atracones pero a diferencia de la Bulimia, no hay conducta compensatoria (no hay vómitos provocados, ni uso de laxantes y diuréticos, ni ejercicio excesivo, como medida para intentar compensar el atracón). Por éso, la persona tiende a coger peso y puede haber problemas de obesidad. En relación a esto, muchas veces, en casos de obesidad y sobrepeso, no se tiene en cuenta que detrás puede haber un trastorno de alimentación; ( y aunque no lo haya, deberían tenerse en cuenta los factores psicológicos que sustentan este sobrepeso).
Volviendo a lo de antes, no olvidemos que los TCA son enfermedades psicológicas. Entonces, ¿por qué nos fijamos o centramos en los síntomas físicos? Quizá sea porque es lo que se ve. Pero el verdadero problema está detrás de éso, detrás de lo que se ve y se dice. El verdadero problema es lo que no se ve, lo que no se dice...
Pero ésto ya lo sabemos. Es lo que siempre se dice, lo primero con lo que asociamos al escuchar “Trastorno de Alimentación”. También se asocia con Anorexia y Bulimia nerviosas, pero hay más, como por ejemplo, el Trastorno por Atracón, que es el que más se da. En este, como en la Bulimia, hay atracones pero a diferencia de la Bulimia, no hay conducta compensatoria (no hay vómitos provocados, ni uso de laxantes y diuréticos, ni ejercicio excesivo, como medida para intentar compensar el atracón). Por éso, la persona tiende a coger peso y puede haber problemas de obesidad. En relación a esto, muchas veces, en casos de obesidad y sobrepeso, no se tiene en cuenta que detrás puede haber un trastorno de alimentación; ( y aunque no lo haya, deberían tenerse en cuenta los factores psicológicos que sustentan este sobrepeso).
Volviendo a lo de antes, no olvidemos que los TCA son enfermedades psicológicas. Entonces, ¿por qué nos fijamos o centramos en los síntomas físicos? Quizá sea porque es lo que se ve. Pero el verdadero problema está detrás de éso, detrás de lo que se ve y se dice. El verdadero problema es lo que no se ve, lo que no se dice...
Todos, por nuestras características personales, familiares, socio-culturales... tenemos una cierta tendencia a enfermar de algo cuando tenemos algún problema que no sabemos cómo resolver y la situación nos supera. Algunos son más propensos a caer en una depresión, otros a tener un trastorno de ansiedad, otros a tener una drogodependencia, etc. En los TCA ocurre lo mismo. Las personas que tienen un TCA, tienen diferentes problemas a los que no saben cómo hacer frente, y la manera que han encontrado ha sido a través de la comida y el intentar controlar la imagen corporal. Las causas no están claras, se trata de un cúmulo de diferentes factores. A veces, la misma persona tampoco sabe por qué le pasa lo que le pasa.
Quizá, un día le dijeron que estaba gorda (hablo en femenino porque afecta en un 90% a mujeres) y pensó que tenían razón y que para ser querida y aceptada, debía adelgazar. Quizá, aunque nunca le dijeron nada negativo sobre su cuerpo, sintió que para ser “perfecta” sólo le faltaba adelgazar un poco y así sería feliz. Quizá, se sintió rechazada por alguien y pensó que era porque no era lo suficientemente guapa (y directamente lo asoció con no estar lo suficientemente delgada). Quizá, estaba harta de ser siempre la niña buena y de “tragárselo todo” ; y la manera que encontró de revelarse fue no “tragando” más. O quizá, nada le llenaba, le satisfacía, tenía vacíos, que intentaba llenar con comida. O quizá encontró en la comida una vía de escape para no pensar en ésas cosas que no se dicen y que no se ven... ¿Quizá.... ?
Es muy frecuente que las personas que tienen un TCA tengan problemas de autoestima, dependan mucho de la valoración de los demás, tiendan al perfeccionismo extremo, tengan ideas y conductas obsesivas, en el caso de la bulimia y el trastorno por atracón haya problemas con el control de impulsos, baja tolerancia a la frustración, deseo de agradar continuamente a los demás, dificultades para expresar lo que piensan y sienten al resto sobre todo cuando están en desacuerdo, dificultades para relacionarse, para resolver conflictos, puede que haya dependencia emocional, miedo a la madurez, problemas familiares... Es mucho más complejo de lo que generalmente se cree. Si fuera tan sencillo como comer, en el caso de la anorexia nerviosa, o dejar de darse atracones, en el caso de la bulimia nerviosa y el trastorno por atracones, sería mucho más fácil salir de la enfermedad.
En relación a esto último, hay muchos mitos sobre los TCA. Uno de ellos es el de que nunca se curan, “siempre queda algo”. No es cierto. Hay muchas personas que afortunadamente, aunque con gran esfuerzo y apoyo profesional, familiar... consiguen recuperarse y más aún, fortalecerse y crecer como personas. En cuanto a éso de que “siempre queda algo”, en general, hoy en día, en nuestra cultura, ¿qué mujer (y cada vez más hombres) no le da importancia a su físico y se preocupa por estar bien, hace dietas, “se cuida”? Pues éso es lo que puede quedar, pero incluso puede que le den menos importancia que el resto porque han aprendido que está bien no ser perfectas y se han aceptado como son, han aprendido a quererse, saben que no se es más feliz siendo más guapas sino gustándose más. Y saben que “cuidarse”, no es hacer dietas milagro (comenzar una dieta es uno de los factores que más puede precipitar el desarrollo de un TCA) o comer menos y “más sano”, sino que han aprendido a comer bien (comer de todo sin abusar de nada). Saben, que hacer deporte es muy bueno, pero no con el único objetivo de adelgazar o por razones en relación a la imagen física, y como todo, en su justa medida; porque pasarse haciendo deporte, por muy sano que sea el ejercicio físico, en exceso, no lo es tanto, y éso, tampoco es cuidarse.
Otro mito, dice que la causa de los TCA es la moda (influye, claro está. También la actitud negativa de la sociedad hacia el sobrepeso, la cultura de la delgadez como forma de éxito, los anuncios de productos adelgazantes... no he visto ningún anuncio de productos para engordar.... Pero no son la causa). Otra idea errónea dice que se debe a un mal funcionamiento del cerebro debido a la desnutrición ( aunque sí que es cierto que con la desnutrición el cerebro no funciona bien, lo que dificulta la recuperación, no es la causa). Otros dicen que como hay una distorsión de la imagen corporal, es decir, como se ven gordas estando delgadas o se ven con más peso del que tienen, “lógicamente” quieren adelgazar (la distorsión se da en la mayoría de los casos, lo que dificulta la recuperación, pero tampoco es la causa) . También se dice que se produce al compararse o al querer imitar a personas delgadas; o porque adelgazaron y no quieren volver a subir de peso; o porque se acomplejaron a causa de burlas; o por una ruptura sentimental que les afectó mucho.... Todos éstos, son diferentes factores que pueden influir en el desarrollo y/o mantenimiento de un TCA, pero ninguno es la causa, o puede que sea una mezcla de diferentes de ellos, además de otros factores diferentes.
También se cree que lo tiene uno porque quiere, que es un capricho, o que es por llamar la atención, o que son tonterías y cosas de la adolescencia (no sólo se da en la adolescencia, también hay casos en los que empiezan ya de adultas). Por supuesto que no es cierto nada de éso. Como anteriormente he mencionado, si fuera tan sencillo, no costaría tanto salir de la enfermedad, que lo es, es una enfermedad psicológica. Ahora bien, una vez que se tiene, a diferencia de otras enfermedades, y a pesar de que cueste muchísimo y el camino no sea fácil, afortunadamente uno sí puede tomar la decisión de seguir enfermo o luchar para salir de ahí...
Si se opta por la segunda opción, primero uno debe ser consciente de que es un enfermedad y no una mala conducta que debe esconder u ocultar. Cuando ya se es consciente y se decide hacer frente a la enfermedad, el siguiente paso sería pedir ayuda (a profesionales, familiares, amigos...) y dejarse ayudar, fiarse de los demás, porque el enemigo no está fuera, sino dentro.
A partir de ahí, toca un trabajo duro por parte de una misma, para vencer al enemigo, a la enfermedad; aprendiendo a manejar ésos conflictos de una forma más sana o adaptativa; diciendo aquéllo que no se ve ni se dice; siendo crítico no con uno mismo, sino con la publicidad (que intenta crear individuos inseguros para vender “aquéllo que nos falta para ser felices”); esforzándose más por gustarse a sí misma que por gustar a los demás (porque puedes gustar a veces a unos, a veces a otros, pero no siempre a todos)... En definitiva, queriéndose y cuidándose de verdad tanto por dentro como por fuera, porque no se es más feliz siendo más guapa, más delgada, más... sino queriéndose más, y disfrutando de lo que se tiene, en vez de buscar siempre lo que no se tiene.
No es fácil, pero ¿acaso no merece la pena invertir energías en ello en vez de en acciones y pensamientos que nos llevan a sentirnos mal? El respeto comienza por uno mismo, y nadie puede faltarte a él sin tu consentimiento. Así que no se lo consientas ni te lo consientas. Lo más importante para ti eres tú. Cuida y quiere lo que eres, incluido tu cuerpo, pues gracias a él puedes hacer muchísimas cosas (reir, llorar, abrazar, besar, correr, saltar... VIVIR). El camino es largo, y a veces lleno de obstáculos, pero lo importante es llegar aprovechando las cosas buenas que encuentras por el camino, dejando atrás el “peso” de ésa mochila, llena de cosas que no te dejan ser feliz, y llenándola de otras que “no pesan” y te ayudan a sentirte mejor contigo misma y con los demás, cosas que no están fuera, sino dentro de ti.
Nerea Gomez, Psicóloga.
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